Ebrios de espuma de mar
encallamos en tus costas
desnudos sobre tus escollos
Náufragos de soledad
nos arrojó la marea
y tus sirvientes nos recogieron.
La dura ley preveía nuestro infortunio
por ser extranjeros,
pero en un acto de clemencia, uno de los dos
elegiría el perdón del otro.
Por suerte, reconociste a tu hermano Orestes,
y él me dijo " ve, Pílades,
hermano
corre, sálvate, aprovecha,
es tu oportunidad, goza de las laderas
y de los amplios valles
que los dioses para mi no han reservado "
Escapado estoy. Rezo a Diana
para llegar a Escitia.
Antes del incestuoso sacrificio.
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