viernes, 26 de noviembre de 2010

Me basta así (Ángel González)

Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.


Ángel González, Palabra sobre palabra, Seix Barral, 1986

Mis hijos me traen flores de plástico

Os enseñé muy pocas cosas.
(Se hacen proyectos..., se imagina..., se sueña...
La realidad es diferente.) Pocas cosas
os enseñé: a adorar el mar;
a sentir la alegría de ver vivir a un animal minúsculo;
a interpretar las palabras del viento;
a conocer los árboles no por sus frutos:
por sus hojas y por su rumor;
a respetar a los que dejan su soledad en unos versos, unos colores, unas notas
o tantas otras formas de locura admirable;
a los que se equivocan con el alma.
Os enseñé también a odiar
a la crueldad, a la avaricia,
a lo que es falso y feo, a la flores de plástico.

Febrero llueve sobre el cementerio.
Es una tarde de domingo. Gris
es todo. Hemos venido a enterrar a una criatura
tierna y absurda. Un ser que tal vez soñaría
con la inmortalidad. Trazaba rayas
sobre una plancha de metal, la mordía con ácidos...
Así evocaba a sus demonios, daba fe de su vida,
escribía sus sueños... (Humildemente
dejó pasar sus días. Sin fuego transcurrieron.)
Un pobre ser que ya descansa.

No dejó un hueco irremplazable
en el mundo. Quebró su muerte la perfección universal.
Muy pocos lo advirtieron. Recordarán algunos
de tarde en tarde, y sin dolor, que ya no existe.
Los menos que la lloran la olvidarán también.
Al fin quedó enterrada su carne. Ha vuelto a deshacerse.
Correrá con el agua subterránea que la acompaña,
se deshará con gozo inútil en las cosas
sin dar siquiera un poco de carmín de aroma o balanceo a alguna flor de estío,
una flor verdadera, no de plástico, fea,
como aquellas que odiábamos, hijos míos.

Aquí me dejan bajo tierra. Es una tarde de febrero.
Todo es negro cuando se van. Y mudo. Se ha extinguido
esa música gris que antes sonaba.
También el tiempo se ha borrado, y su sufrimiento,
de mi cuerpo. Ya el sufrimiento y el tiempo
van deshaciendo poco a poco lo que fue,
y tuvo fe y desánimo, fantasía y amor.
¡Qué pequeño es ahora, a esta distancia
absoluta, el afán diario! ¡Qué pequeño lo grande.
lo grande aquello! ¡Qué pequeñas las iras
ante los hombres y sus actos!
¡Qué pequeños los hombres, y que necio
aquel errar buscando la verdad!
Como si hubiese una verdad tan sólo.
Como si una verdad fuera bastante
para darnos la vida.

Tarde se aprende lo sencillo.
Lo sabréis cuando un río de espanto se desboque
y arrastre vuestra luz, y la sepulte sin remedio.
Pensé algún día que quien vive sólo un instante, nunca
puede morir. Quizá quise decir que sólo aquel que
muere un instante sabe lo nada que es vivir.
Mas nadie ha muerto nunca sino definitivamente.
Y entonces las palabras no tienen labios que las formen.

Tarde se aprende lo sencillo.
Tarde se encuentra la hermosura. No aquella de los ojos
mortales, la del mundo. No puedo hacer que lo entendáis.
Necesario sería que ahora estuvieseis aquí abajo
y que viéseis a vuestros hijos llegar entre las tumbas,
bajo la lluvia, y dejar su perfume y su presencia
en las tibias, alegres, inmortales
-más hermosas en vuestras manos que las del bosque-
flores de plástico.

Libro de las Alucinaciones, José Hierro (1964)

Voto de Obediencia

soy un malnacido.
tantas noches que pasé en vela
y que no cogi la pluma
para enviaros,
mis buenos amigos
un simple recuerdo.
un halago,
una cortesía.
soy un ser atroz
tantas veces os he deseado mal
sin haber tenido vosotros
razón para merecerla
o, habiéndola tenido
sin haber proporción
entre el castigo y la causa.
soy un inmoral.
tantas veces he yacido en mi mente
con vuestras mujeres,
con vuestras hijas,
con vosotras,
todas,
todas juntas
un mar infernal de manos y piernas
de pasión desenfrenada,
de carne, de lujuria, de ardor, de ahínco.
y sin embargo
tantas veces me he acordado de vosotros
para bien
tantas veces os he tenido en mi pensamiento
en la mitad de la noche
cuando las salamandras de oro
que traquetean por mi pecho
no me dan respiro
y no sé porqué
tengo la sensación
de que,
al menos,
en alguna parte,
en algún pequeño rincón del mundo,
alguno de vosotros piensa en mí.

jueves, 28 de octubre de 2010

CUATRO CUARTETOS T. S. Eliot (fragmento)

CUATRO CUARTETOS T. S. Eliot (fragmento)
El conocimiento Impone una estructura, y falsifica,
pues la estructura es nueva en cada momento
y cada momento es una nueva y chocante
valoración de todo lo que hemos sido.
Sólo nos desengañamos
de lo que, engañando, ya no podría hacer daño.
En medio, no sólo en medio del camino
sino en todo el camino, en un bosque oscuro,
en una zarza,
en el borde de una ciénaga, donde no se puede hacer pie,
y amenazado por monstruos, luces fantásticas,
a riesgo de quedar encantado. No me hagáis oír nada
sobre la sabiduría de los ancianos, sino más bien
sobre su locura,
su miedo al miedo y frenesí, su miedo a la posesión,
a pertenecer a otro, o a otros, o a Dios.
La única sabiduría que podemos esperar adquirir
es la sabiduría de la humildad:
la humildad es interminable.
Las cosas han ido todas a parar bajo el mar.

Los que bailaban han ido todos a parar bajo el cerro.

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The knowledge imposes a pattern, and falsifies,
For the pattern is new in every moment
And every moment is a new and shocking
Valuation of all we have been. We are only undeceived
Of that which, deceiving, could no longer harm.
In the middle, not only in the middle of the way
But all the way, in a dark wood, in a bramble,
On the edge of a grimpen, where is no secure foothold,
And menaced by monsters, fancy lights,
Risking enchantment. Do not let me hear
Of the wisdom of old men, but rather of their folly,
Their fear of fear and frenzy, their fear of possession,
Of belonging to another, or to others, or to God.
The only wisdom we can hope to acquire
Is the wisdom of humility: humility is endless.

The houses are all gone under the sea.

The dancers are all gone under the hill.


http://www.tristan.icom43.net/quartets/index.html
http://isaiasgarde.myfil.es/get_file/eliot-ts-cuatro-cuartetos-trad.pdf

lunes, 25 de octubre de 2010

Un hemisferio en una cabellera (Charles Baudelaire)


Poema número 17 de El spleen de París (Los pequeños poemas en prosa).

Déjame respirar mucho tiempo, mucho tiempo, el olor de tus cabellos; sumergir en ellos el rostro, como hombre sediento en agua de manantial, y agitarlos con mi mano, como pañuelo odorífero, para sacudir recuerdos al aire.
¡Si pudieras saber todo lo que veo! ¡Todo lo que siento! ¡Todo lo que oigo en tus cabellos! Mi alma viaja en el perfume como el alma de los demás hombres en la música.
Tus cabellos contienen todo un ensueño, lleno de velámenes y de mástiles; contienen vastos mares, cuyos monzones me llevan a climas de encanto, en que el espacio es más azul y más profundo, en que la atmósfera está perfumada por los frutos, por las hojas y por la piel humana.
En el océano de tu cabellera entreveo un puerto en que pululan cantares melancólicos, hombres vigorosos de toda nación y navíos de toda forma, que recortan sus arquitecturas finas y complicadas en un cielo inmenso en que se repantiga el eterno calor.
En las caricias de tu cabellera vuelvo a encontrar las languideces de las largas horas pasadas en un diván, en la cámara de un hermoso navío, mecidas por el balanceo imperceptible del puerto, entre macetas y jarros refrescantes.
En el ardiente hogar de tu cabellera respiro el olor del tabaco mezclado con opio y azúcar; en la noche de tu cabellera veo resplandecer lo infinito del azul tropical; en las orillas vellosas de tu cabellera me emborracho con los olores combinados del algodón, del almizcle y del aceite de coco.
Déjame morder mucho tiempo tus trenzas, pesadas y negras. Cuando mordisqueo tus cabellos elásticos y rebeldes, me parece que como recuerdos.

XVII

UN HÉMISPHÈRE DANS UNE CHEVELURE


Laisse-moi respirer longtemps, longtemps, l’odeur de tes cheveux, y plonger tout mon visage, comme un homme altéré dans l’eau d’une source, et les agiter avec ma main comme un mouchoir odorant, pour secouer des souvenirs dans l’air.
Si tu pouvais savoir tout ce que je vois ! tout ce que je sens ! tout ce que j’entends dans tes cheveux ! Mon âme voyage sur le parfum comme l’âme des autres hommes sur la musique.
Tes cheveux contiennent tout un rêve, plein de voilures et de mâtures ; ils contiennent de grandes mers dont les moussons me portent vers de charmants climats, où l’espace est plus bleu et plus profond, où l’atmosphère est parfumée par les fruits, par les feuilles et par la peau humaine.
Dans l’océan de ta chevelure, j’entrevois un port fourmillant de chants mélancoliques, d’hommes vigoureux de toutes nations et de navires de toutes formes découpant leurs architectures fines et compliquées sur un ciel immense où se prélasse l’éternelle chaleur.
Dans les caresses de ta chevelure, je retrouve les langueurs des longues heures passées sur un divan, dans la chambre d’un beau navire, bercées par le roulis imperceptible du port, entre les pots de fleurs et les gargoulettes rafraîchissantes.
Dans l’ardent foyer de ta chevelure, je respire l’odeur du tabac mêlé à l’opium et au sucre ; dans la nuit de ta chevelure, je vois resplendir l’infini de l’azur tropical ; sur les rivages duvetés de ta chevelure je m’enivre des odeurs combinées du goudron, du musc et de l’huile de coco.
Laisse-moi mordre longtemps tes tresses lourdes et noires. Quand je mordille tes cheveux élastiques et rebelles, il me semble que je mange des souvenirs.

domingo, 10 de octubre de 2010

Dos versiones de "On a Wedding Anniversary" de Dylan Thomas

On A Wedding Anniversary

The sky is torn across
This ragged anniversary of two
Who moved for three years in tune
Down the long walks of their vows.

Now their love lies a loss
And Love and his patients roar on a chain;
From every tune or crater
Carrying cloud, Death strikes their house.

Too late in the wrong rain
They come together whom their love parted:
The windows pour into their heart
And the doors burn in their brain.
-- Dylan Thomas

Versión de John Cale en su disco Words for the Dying

En directo y en solitario con el piano:


Adaptación al castellano de Tulsa (Miren Iza):

El placer de descubrir (Richard P. Feynman, extractos)

Niñez

"Un día estaba yo jugando con lo que llamamos un vagón exprés (…). Tenía dentro una bola (lo recuerdo bien) y me fijé en un detalle del movimiento de la bola, así que le dije a mi padre: “Papá, he notado algo: cuando tiro del vagón la bola rueda hacia la parte trasera, y cuando estoy tirando y de repoente dejo de hacerlo, la bola rueda hacia la parte delantera (…), ¿por qué pasa eso?” (…) “Nadie lo sabe. Hay un principio general que dice que las cosas que están en movimiento tratan de seguir en movimiento, y las cosas que están en reposo tienden a permanecer en reposo a menos que ejerzas una fuerza sobre ellas (…). Esta tendencia se llama inercia pero nadie sabe por qué es verdad. (…) Si te fijas bien verás que no es la bola la que rueda hacia la parte trasera del vagón, sino que es la parte trasera del vagón la que tú estás tirando hacia la bola; verás que la bola sigue quieta o que quizá empieza a moverse debido a la fricción, pero en realidad se mueve hacia adelante y no hacia atrás."

Censura en el Proyecto Manhattan

"Y así llega el día, el primer día de la censura. ¡Teléfono! ¡Riiiiing! Yo: “¿Qué?” “Venga, por favor.” Yo voy. “¿Qué es esto?” Es una carta de mi padre. “Bien, ¿qué es?” Hay un papel rayado, y hay unas líneas con puntos: cuatro puntos abajo, un punto arriba, dos puntos abajo, un punto arriba, un punto debajo de un punto. “¿Qué es esto?” Yo dije: “Es un código.” Y ellos: “sí, es un código; pero ¿qué dice?”. Yo dije: “No sé lo que dice.” Dijeron: “Bien, ¿cuál es la clave del código; cómo lo descrifra?”. Yo dije: “Pues no lo sé.” Entonces ellos dijeron: “¿Qué es esto?”. Yo dije: “Es una carta de mi mujer.” “dice TJXYWZ TW1X3. ¿Qué es esto?” Yo dije: “Otro código.” “¿Cuál es la clave?” “No lo sé.” Dijeron: “¿Usted está recibiendo mensajes en clave y no la conoce?” “Exactamente. Juego con ellos. Les reto a que me envíen un código que no pueda descifrar, ¿ven ustedes? De modo que se inventan códigos y me envían mensajes sin decirme cuál es la clave.” Ahora bien, una de las reglas de la censura era que no iban a interferir en nada que uno hiciera normalmente en el correo. Así que dijeron: “Bien, usted va a tener que decirles que por favor envíen la clave con el mensaje.” Dije: “¡Pero yo no quiero saber la clave!” Dijeron: “Muy bien, nosotros sacaremos la clave.” Y llegamos a ese compromiso."

Ciencia y Sociedad

Pienso, y todos ustedes deben saberlo por experiencia, que la gente (quiero decir la persona media, la gran mayoría de las personas, la inmensa mayoría de las personas) son lamentablemente, penosamente, absolutamente ignorantes de la ciencia en el mundo en el que viven, y pueden seguir así. No quiero decir nada de ellos; lo que quiero decir es que pueden seguir sin que les preocupe lo más mínimo (sólo tibiamente) y cuando ocasionalmente ven la CP mencionada en los periódicos, preguntan qué es eso. Y una cuestión interesante de la relación entre ciencia y sociedad moderna es precisamente ésa: ¿por qué es posible que la gente en una sociedad moderna permanezca tan penosamente ignorante, y pese a todo razonablemente felíz, cuando hay tanto conocimiento al que no pueden acceder?

Ciencia y belleza

"no sólo hay belleza en esta escala de un centímetro: hay también belleza en una escala más pequeña, en la escala interna. [...] ¿Existe también ese sentido estético en las formas inferiores? ¿Por qué es estético? Todo tipo de preguntas interesantes que ponen de manifiesto que un conocimiento de la ciencia añade algo a la excitación, el misterio y el respeto por una flor."

Qué es la ciencia

“Pienso que podría definir la ciencia más o menos así: la evolución en este planeta llegó a una etapa en la cual aparecieron animales inteligentes (...) Se dio entonces la posibilidad de acumulación del conocimiento (...) El que la raza tuviese memoria, el que existiese una acumulación de conocimientos transmisibles de una generación a otra era un fenómeno nuevo en el mundo. Pero esta situación implicaba un peligro. Así como era posible transmitir ideas provechosas para la raza, también se podían transmitir ideas que no lo eran.

Vino entonces una época en la que, a pesar de ser muy lenta la acumulación no era siempre de cosas útiles y prácticas sino de todo tipo de prejuicios y de creencias absurdas y extrañas. Finalmente se descubrió una forma de evitar este mal. Dudar de la veracidad de lo que nos es trasmitido del pasado y tratar de determinar ab initio nuevamente esas situaciones a partir de la experiencia, en vez de admitir las experiencias del pasado tal como nos llegan. Esto es la ciencia, es el resultado de descubrir que es valioso volver a comprobar lo logrado mediante las experiencias pasadas de la raza. Así lo veo y es mi mejor definición."

Ciencia que no es una ciencia...

"Debido al éxito de la ciencia, existe, pienso yo, un tipo de pseudociencia. Las ciencias sociales son un ejemplo de una ciencia que no es ciencia. No hacen [cosas] de forma científica, sólo siguen las formas: recogen datos, hacen esto y aquello y todo lo demás, pero no llegan a ninguna ley, no han descubierto nada. No han llegado a ninguna parte todavía; quizá lleguen algún día, pero todavía no están muy desarrolladas, lo que sucede está en un nivel todavía más trivial. Tenemos expertos en todo que parece que fueran expertos científicos. No son científicos, se sientan ante una máquina de escribir y dicen algo parecido a «el alimento producido con fertilizante orgánico es mejor para usted que el alimento producido con fertilizante inorgánico»; quizá sea cierto o quizá no, pero no ha sido demostrado ni en un sentido ni en el otro. Pese a todo, siguen sentados ahí delante de la máquina de escribir como si fuera ciencia y entonces se convierten en expertos en alimentos, alimentos orgánicos y todo eso. Hay todo tipo de mitos y pseudociencia por todas partes.

Quizá yo esté equivocado y quizá ellos sepan todas estas cosas, aunque yo no creo que esté equivocado. Ya ven, tengo la ventaja de haber descubierto lo duro que es llegar a conocer algo realmente, cuánto cuidado hay que poner en comprobar los experimentos, qué fácil es cometer errores y engañarse a uno mismo. Yo sé lo que significa saber algo, y por eso cuando veo cómo obtienen ellos su información no puedo creer que ellos lo sepan, no han hecho el trabajo necesario, no han hecho las comprobaciones necesarias, no han puesto el cuidado necesario. Tengo grandes sospechas de que no saben nada, que esto es [falso] y ellos están intimidando a la gente. Así lo creo. No conozco muy bien el mundo pero eso es lo que yo creo."







Autor(a): Richard P. Feynman
Título: El placer de descubrir
ISBN-10: 8484328260
ISBN-13: 978-8484328261









martes, 5 de octubre de 2010

Todos los Febreros

A qué viene la noche si no es buscando pájaros. Sobre la profundidad que abraza mi balcón, asisto sin palabras a la marea ciega y astuta, sus lápices infatigables, el pausado latido concéntrico de su corazón. Por eso he abandonado el sueño, saliendo de sus manos por un infinito estudio y una segura consecración. Ahora estoy enteramente en la actitud nocturna que las horas más graves exigen. Huyo de los relojes, establezco distancias de mi cuerpo al llamado de timbres y campanas. Sostenido en mi balcón por una paciencia osada, miro llenarse la calle de topacios, en una sorda batalla de sustituciones, hasta que las aristas de toda construcción son arrastradas por la marea de lo que viene y las aguas de la sombra ascienden, con aspirados torbellinos silenciosos, hasta mi refugio. A qué viene la noche si no es buscando pájaros. Cuando está junto a mí, abro los brazos, la bebo profundamente y me dejo ir, ya olvidado de resistencias, como un halcón fulminado o una construcción gótica.

Julio Cortázar de "Fondos de cajón", del libro Papeles inesperados

domingo, 3 de octubre de 2010

Sor Juana Inés de la Cruz

Tras el fiasco de "Lope", os dejo con la Divina Monja Mexicana

En que satisface un recelo
con la retórica del llanto

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;
y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía:
pues entre el llanto, que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste;
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.

Que contiene una fantasía
contenta con amor decente


Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias, atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes, satisfecho,
de que triunfa de mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Chuva Oblíqua (Fernando Pessoa)

Chuva Oblíqua


8-3-1914
I
Atravessa esta paisagem o meu sonho dum porto infinito
E a cor das flores é transparente de as velas de grandes navios
Que largam do cais arrastando nas águas por sombra
Os vultos ao sol daquelas árvores antigas...
O porto que sonho é sombrio e pálido
E esta paisagem é cheia de sol deste lado...
Mas no meu espírito o sol deste dia é porto sombrio
E os navios que saem do porto são estas árvores ao sol...
Liberto em duplo, abandoneime
da paisagem abaixo...
O vulto do cais é a estrada nítida e calma
Que se levanta e se ergue como um muro,
E os navios passam por dentro dos troncos das árvores
Com uma horizontalidade vertical,
E deixam cair amarras na água pelas folhas uma a uma dentro...
Não sei quem me sonho...
Súbito toda a água do mar do porto é transparente
E vejo no fundo, como uma estampa enorme que lá estivesse desdobrada,
Esta paisagem toda, renque de árvores, estrada a arder em aquele porto,
E a sombra duma nau mais antiga que o porto que passa
Entre o meu sonho do porto e o meu ver esta paisagem
E chega ao pé de mim, e entra por mim dentro,
E passa para o outro lado da minha alma...
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Lluvia Oblicua (I)



Atraviesa este paisaje mi sueño de un puerto infinito
y el color de las flores se transparenta
en las velas de grandes navíos
que abandonan el muelle arrastrando en las aguas como sombra
los bultos al sol de aquellos árboles antiguos…

el puerto que sueño es sombrío y pálido
y este paisaje está lleno de sol por este lado
pero en mi espíritu el sol de este día es puerto sombrío
y los navíos que salen del puerto son estos árboles al sol.

Doblemente libre, me abandoné paisaje abajo…
el bulto del muelle es el camino nítido y calmo
que se levanta y crece como un muro
y los navíos atraviesan los troncos de los árboles
con una horizontalidad vertical,
y dejan caer amarras dentro de las hojas…
no sé quién me sueño
de pronto toda el agua del mar del puerto
es transparente
y veo en el fondo, como una estampa enorme
que allí estuviese desdoblada,
este paisaje todo, hilera de árbol, camino ardiendo
en aquel puerto,
y la sombra de una nave más antigua que el puerto,
que pasa entre mi sueño del puerto y mi ver este paisaje
y llega hasta mis pies, y está dentro de mí,
y pasa hasta el otro lado de mi alma...

MITAD DE LA VIDA (Hölderlin)

Con amarillas peras
y llena de rosas silvestres
asoma la tierra en el lago;
vosotros, cisnes benignos,
embebidos de besos
sumergís vuestra testa
en el agua sagrada y virgen.

¡Ay de mí! ¿Dónde buscar
durante el invierno las flores,
dónde el fulgor del sol
y las sombras del suelo?
Están los muros en pie
mudos y fríos, en el viento
rechinan las veletas.

(Versión de José Mª Valverde)

Gil de Biedma

DE VITA BEATA

En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir como un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia.

De Senectute

Y nada temí más que mis cuidados. (Góngora)

No es el mío, este tiempo.

Y aunque tan mío sea ese latir de pájaros
afuera en el jardín,
su profusión en hojas pequeñas, removiéndome
igual que intimaciones,
no dice ya lo mismo.

Me despierto
como quien oye una respiración
obscena. Es que amanece.

Amanece otro día en que no estaré invitado
ni a un momento feliz. Ni a un arrepentimiento
que, por no ser antiguo,
--ah, Seigneur, donnez-moi la force et le courage!--
invite de verdad a arrepentirme
con algún resto de sinceridad.
Ya nada temo más que mis cuidados.

De la vida me acuerdo, pero dónde está.



T'INTRODUlRE DANS MON HISTOlRE...

La vida a veces es tan breve
y tan completa que un minuto
-cuando me dejo y tú te dejasva
más aprisa y dura mucho.
La vida a veces es más rica.
y nos convida a los dos juntos
a su palacio, entre semana,
o los domingos a dar tumbos.
La vida entonces, ya se cuenta
por unidades de amor tuyo,
tan diminutas que se olvidan
en lo feliz, en lo confuso.
La vida a veces es muy poco
y tan Intensa -si es tu gusto...
Hasta el dolor que tú me haces
da otro sentido a ser del mundo.
La vida, luego, ya es nosotros
hasta el extremo más inmundo.
Porque quererse es un castigo
y es un abismo vivir juntos.

CANCIÓN FINAL

Las rosas de papel no son verdad
y queman
lo mismo que una frente pensativa
o el tacto de una lámina de hielo.
Las rosas de papel son, en verdad,
demasiado encendidas para el pecho.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Antonio Machado

PARÁBOLAS

I

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!

II

A D. Vicente Ciurana.

Sobre la limpia arena, en el tartesio llano
por donde acaba España y sigue el mar,
hay dos hombres que apoyan la cabeza en la mano;
uno duerme, y el otro parece meditar.
El uno, en la mañana de tibia primavera,
junto a la mar tranquila,
ha puesto entre sus ojos y el mar que reverbera,
los párpados, que borran el mar en la pupila.
Y se ha dormido, y sueña con el pastor Proteo,
que sabe los rebaños del marino guardar;
y sueña que le llaman las hijas de Nereo,
y ha oído a los caballos de Poseidón hablar.
El otro mira al agua. Su pensamiento flota:
hijo del mar, navega —o se pone a volar—
Su pensamiento tiene un vuelo de gaviota,
que ha visto un pez de plata en el agua saltar.
Y piensa: «Es esta vida una ilusión marina
de un pescador que un día ya no puede pescar».
El soñador ha visto que el mar se le ilumina,
y sueña que es la muerte una ilusión del mar.

III

Érase de un marinero
que hizo un jardín junto al mar,
y se metió a jardinero.
Estaba el jardín en flor,
y el jardinero se fue
por esos mares de Dios.

IV
CONSEJOS

Sabe esperar, aguarda que la marea fluya
—así en la costa un barco— sin que al partir te inquiete.
Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya;
porque la vida es larga y el arte es un juguete.
Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
aguarda sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y, además, no importa.

V
PROFESIÓN DE FE

Dios no es el mar, está en el mar, riela
como luna en el agua, o aparece
como una blanca vela;
en el mar se despierta o se adormece.
Creó la mar, y nace
de la mar cual la nube y la tormenta;
es el Criador y la criatura lo hace;
su aliento es alma, y por el alma alienta.
Yo he de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste,
y para darte el alma que me diste
en mí te he de crear. Que el puro río
de caridad que fluye eternamente,
fluya en mi corazón. ¡Seca, Dios mío,
de una fe sin amor la turbia fuente!

VI

El Dios que todos llevamos,
el Dios que todos hacemos,
el Dios que todos buscamos
y que nunca encontraremos.
Tres dioses o tres personas
del solo Dios verdadero.

VII

Dice la razón: Busquemos
la verdad.
Y el corazón: Vanidad.
La verdad ya la tenemos.
La razón: ¡Ay, quién alcanza
la verdad!
El corazón: Vanidad.
La verdad es la esperanza.
Dice la razón: Tú mientes.
Y contesta el corazón:
Quien miente eres tú, razón.
que dices lo que no sientes.
La razón: Jamás podremos
entendernos, corazón.
El corazón: Lo veremos.

VIII

Cabeza meditadora,
¡qué lejos se oye el zumbido
de la abeja libadora!
Echaste un velo de sombra
sobre el bello mundo y vas
creyendo ver, porque mides
la sombra con un compás.
Mientras la abeja fabrica,
melifica,
con jugo de campo y sol,
yo voy echando verdades
que nada son, vanidades
al fondo de mi crisol.
De la mar al percepto,
del percepto al concepto,
del concepto a la idea
—¡oh, la linda tarea!—,
de la idea a la mar,
¡Y otra vez a empezar!

Antonio Machado

miércoles, 25 de agosto de 2010

Dos de Ángel González

En ti me quedo

De vuelta de una gloria inexistente,
después de haber avanzado un paso hacia ella,
retrocedo a velocidad indecible,
alegre casi como quien dobla la esquina de la calle
donde hay una reyerta,
llorando avergonzado como el adolescente hijo de viuda
sexagenaria y pobre
expulsado de la academia vespertina en la que era
becario.
Estoy aquí,
donde yo siempre estuve,
donde apenas hay sitio para mantenerse erguido.
La soledad es un farol certeramente apedreado:
sobre ella me apoyo.

La esperanza es el quicio de una puerta
de la casa que fue desarraigada
de sus cimientos por los huracanes:
quicio-resquicio por donde entro y salgo
cuando paso del nunca (me quisiste) al todavía (te odio),
del tampoco ( me escuchas) al también ( yo me callo),
del todo ( me hace daño) al nada ( me lastima).

No importa, sin embargo.

Los aviones de propulsión a chorro salvan rápidamente
la distancia que separa Tokio de Copenhague,
pero con más rapidez todavía
me desplazo yo a un punto situado a diez centímetros
de mi mismo,
deprisa
muy deprisa,
en un abrir y cerrar de ojos,
en sólo una diezmilésima de segundo,
lo cual supone una velocidad media de setenta
kilometros a la hora,
que me permite,
si mis cálculos son correctos,
estar en este instante aquí,
después mucho más lejos,
mañana en un lugar sito a casi mil millas,
dentro de una semana en cualquier parte
de la esfera terrestre,
por alejada que os parezca ahora

Inventario de lugares propicios al amor




Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos
el invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al Norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañemonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas , además, proscriben
la caricia (con excepciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿Adonde huir entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.

domingo, 22 de agosto de 2010

En la Ciudad sin Límites (Carta Final)



El nombre no se ha borrado, tu cara sí. Se mezcla con otras caras, deformándose. No sé si todo es parte de la tortura, ya no distingo. No sé si él te dará esta carta, no sé si es amigo o miente. Hubiera querido abrazarte, pero me muero. Queda poco tiempo.

He visto el tren, nos he visto dentro muchas veces esperándote, y tú sin saberlo. Otras veces lo sabías, y huías a tiempo. O lo han inventado para que les diga dónde estás. Tengo que evitar que subas a ese tren, porque te va a llevar a la muerte. Otras veces estás ya muerto, como yo. Otras me hablas y sonríes y dices cosas que nunca habías dicho, y que me quieres. Yo hubiera querido quererte, pero no pude.

A veces sueño que seguimos allí y que el tiempo es nuestro. Y que tu boca recorre mi cuerpo desnudo y entonces mis hijos nos ven abrazados, desnudos. Pero ya no son mis hijos. Son los hijos de ella. No los conozco. No conozco a nadie.

¿Recuerdas? La libertad viaja contigo en ese tren. Si te encuentran, te matarán. Y la ciudad seguirá creciendo sin salidas para nadie. Sólo tú puedes enseñarles a mis hijos a andar ese camino.

Hazlo y así sabré que me has perdonado.

Max

sábado, 21 de agosto de 2010

Dos de Luis Alberto de Cuenca

Vive la vida



A Chus García Sánchez


Vive la vida. Vívela en la calle
y en el silencio de tu biblioteca.
Vívela en los demás, que son las únicas
pistas que tienes para conocerte.
Vive la vida en esos barrios pobres
hechos para la droga o el desahucio
y en los grises palacios de los ricos.
Vive la vida con sus alegrías
incomprensibles, con sus decepciones
(casi siempre excesivas), con su vértigo.
Vívela en madrugadas infelices
o en mañanas gloriosas, a caballo
por ciudades en ruinas o por selvas
contaminadas o por paraísos,
sin mirar hacia atrás.
Vive la vida.

Vamos a ser felices


Vamos a ser felices un rato, vida mía,
aunque no haya motivos para serlo, y el mundo
sea un globo de gas letal, y nuestra historia
una cutre película de brujas y vampiros.
Felices porque sí, para que luego graben
en nuestra sepultura la siguiente leyenda:
"Aquí yacen los huesos de una mujer y un hombre
que, no se sabe cómo, lograron ser felices
diez minutos seguidos."

Luis Alberto de Cuenca, Por fuertes y fronteras (1996)

viernes, 20 de agosto de 2010

LOS DEDOS DE LOS PIES (Raymond Carver)

Este pie no me da más
que problemas.El empeine,
el arco, el tobillo -digo
que me duele al andar-. Pero
principalmente son estos dedos
lo que me preocupa.Esos
"dedos terminales" como
de otro modo se llaman. ¡Qué verdad!
Paea ellos no hay más placer
que ir directos
a un baño caliente, o
a un calcetín de cachemira. Calcetines de cachemira,
sin calcetines, pantuflas, zapatos, tiritas
-todo es uno y lo mismo
para estos dedos entumecidos.
Incluso parecen zumbados
y deprimidos, como si
alguien les hubiera atiborrado
de Torazine. Ahí están hinchados,
aturdidos y mudos -aburridos, sin vida.
¿Qué demonios va a pasar?
¿Qué clase de dedos son éstos
a los que ya no les importa nada?
¿Son de verdad mis
dedos? ¿Han olvidado
los viejos tiempos, cómo era cuando
estaban vivos? Siempre en fila,
primeros en la pista de baile
cuando empezaba la música.
Los primeros en echar a correr.
Míralos. No, no quiero.
No quieres verlos,
son unas babosas. Sólo con dolor
y dificultad pueden recordar
otros tiempos, los buenos tiempos.
Quizá lo que de verdad quieren
es cortar toda relación
con los viejos tiempos, empezar de nuevo,
vivir en la clandestinidad, vivir solos
en una mansión retirada
del valle de Yakima.
Pero hubo un tiempo
en que se estiraban
de gusto
simplemente
se encogían por placer
a la menor provocación,
la cosa más pequeña.
La sensación de un vestido de seda
en los dedos de las manos, digamos.
Una voz apropiada, un toque
en la nuca, incluso
una mirada al pasar. ¡Cualquiera de estas cosas!
El sonido de garras
que se abren, corsés que
se sueltan, ropa que cae
en el frío suelo de madera.

Trad. de Mariano Antolín Rato, en "Un sendero nuevo a la Cascada"
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The Toes


This foot's giving me nothing
but trouble. The ball,
the arch, the ankle--I'm saying
it hurts to walk. But
mainly it's these toes
I worry about. Those
"terminal digits" as they're
otherwise called. How true!
For them no more delight
in going headfirst
into a hot bath, or
a cashmere sock Cashmere socks,
no socks, slippers, shoes, Ace
bandage--it's all one and the same
to these dumb toes.
They even looked zonked out
and depressed, as if
somebody'd pumped them full
of Thorazine. They hunch there
stunned and mute--drab, lifeless
things. What in hell is going on?
What kind of toes are these
that nothing matters any longer?
Are these really my
toes? Have they forgotten
the old days, what it was like
being alive then? Always first
on line, first onto the dance floor
when the music started.
First to kick up their heels.
Look at them. No, don't.
You don't want to see them,
those slugs. It's only with pain
and difficulty they can recall
the other times, the good times.
Maybe what they really want
is to sever all connection
with the old life, start over,
go underground, live alone
in a retirement manor
somewhere in the Yakima Valley.
But there was a time
they used to strain
with anticipation
simply
curl with pleasure
at the least provocation,
the smallest thing.
The feel of a silk dress
against the fingers, say.
A becoming voice, a touch
behind the neck, even
a passing glance. Any of it!
The sound of hooks being
unfastened, stays coming
undone, garments letting go
onto a cool, hardwood floor.


--Raymond Carver

(published in A NEW PATH TO THE WATERFALL)

miércoles, 18 de agosto de 2010

VIDA (José Hierro)

A Paula Romero

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

lunes, 16 de agosto de 2010

ELEGÍA PARA MI MUERTE (José María Valverde)

Elegía para mi muerte
I

Ya, Muerte, estás en mí.
Ya tu hielo me ha entrado al corazón
y tu plomo a mis pasos.
¿Adónde iré, si todos los caminos
llevan a tu horizonte?

Hoy sentí de repente
Mi cabeza apoyada en una tabla.
Anticipada tierra me subía a la boca.
Mi cuerpo era atraído hacia el hambre del suelo.
… Sí, moriré; despacio,
desnudo de lo que hoy hace mi vida,
quedándome, en la lucha con la muerte,
sólo con lo que es mío.
Y sentiré tu piedra
congelando mi carne poco a poco.
Y sentiré tu mano atándome pausada.
… Y de repente, ¡oh muerte!, al otro lado.
Dejaré aquí mi cuerpo como un caballo herido.
Sí, me aterra dejarlo, aunque vaya a volver.
Tengo miedo a la muerte de las cosas,
a ese abismo ignorado en que al fin todas caen.
¡Tantos vientos mordiéndolo,
y, para disolverlo, tantas lluvias!
Mis pies, hoy tan lejanos, sin la postrera amarra
serán como dos piedras
arrojadas a un pozo de vacío.
Y se erguirán mis miembros, toscos, vanos,
como torres al aire.
Humores desbridados sin la ley de la vida
galoparán mi cuerpo corroyéndolo.


II

Se quedarán mis cosas sin mí desconcertadas.
Seguirá mi tristeza paseando
por rincones de sombra.
En mi amada ventana del sillón y la mesa
seguirán los ocasos cayendo como siempre,
y el chopo del jardín, crecido ante mis ojos,
morirá y volverá como cuando yo estaba.
En penumbra, mis versos hablarán en voz baja.
Se secarán mis libros poco a poco,
oliendo a fruta vieja.
Diminutas reliquias de mi vida
-una flor en un libro, un verso en alguien-
seguirán, como piedras disparadas,
conservando mi fuerza en este mundo
cuando yo me haya ido.
… Y os quedareis vosotras, muchachas, pero un día
os marchareis también
y en el mar de la muerte se hallarán nuestras olas.
Morirán vuestros labios, vuestra piel, vuestra carne.
Pero siempre habréis sido.
Ser una sola vez, ¿no es ya bastante?
Mientras dure el espacio guardará vuestros huecos,
mientras quede una brisa llevará vuestro aroma.
… Pues habéis sido un día, seréis siempre.


III

¡Señor, Señor, la muerte!
Se me cuaja la boca al pronunciarla,
se me amarga la lengua, se me nublan los ojos…
Nadie la puede ver de frente, por fortuna,
Cuando llega a buscarnos.
Es lo mismo que el sueño.
La muerte es superior a nuestras fuerzas.
¡Si no estuvieras Tú!...
¡Si Tú no nos cruzases el abismo en tus brazos…!

¡Pero es inútil todo; tengo miedo!
¡Tengo el miedo del perro junto al hombre,
porque nunca le entiende!
Miedo de no saber,
miedo al país de donde nadie ha vuelto…
¡Tengo miedo a ese pozo de vacío,
a esa noche sin fondo, aunque esté Dios atrás!
Con el instinto oscuro
del animal, del árbol, de la piedra,
tengo miedo a la muerte…
Oh Señor, anestésiame la muerte
como a tantos les haces con la vida.

… ¡Oh, ser sólo una vez, y sin remedio!

DOS DESEOS DE SER PIEL ROJA (Kafka y Panero)

DESEO DE SER PIEL ROJA (Franz Kafka)



Si uno pudiera ser un piel roja siempre alerta, cabalgando sobre un caballo veloz, a través del viento, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas porque no hacen falta espuelas, hasta arrojar las riendas porque no hacen falta riendas, y apenas viera ante sí que el campo era una pradera rasa, habrían desaparecido las crines y la cabeza del caballo.

F. Kafka, El deseo de ser piel roja, en Contemplación, 1913

DESEO DE SER PIEL ROJA (Leopoldo María Panero)



La llanura infinita y el cielo su reflejo.
Deseo de ser piel roja.
A las ciudades sin aire llega a veces sin ruido
el relincho de un onagro o el trotar de un bisonte.
Deseo de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto: no hay tambores
que anuncien su llegada a las Grandes Praderas.
Deseo de ser piel roja.
El caballo de hierro cruza ahora sin miedo
desiertos abrasados de silencio.
Deseo de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto y no hay tambores
para hacerlo volver desde el reino de las sombras.
Deseo de ser piel roja.
Cruzó un último jinete la infinita
llanura, dejó tras de sí vana
polvareda, que luego se deshizo en el viento.
Deseo de ser piel roja.
En la Reservación no anida
serpiente de cascabel, sino abandono.
DESEO DE SER PIEL ROJA.
(Sitting Bull ha muerto, los tambores
lo gritan sin esperar respuesta.)
Leopoldo María Panero
Tarzán traicionado (1967)

viernes, 13 de agosto de 2010

Pensamiento del día

Tengo una mente muy fértil. Y ya sabemos con lo que se vuelve fértil un campo yermo. Aún así, el estiércol es más bello que los diamantes. De los diamantes no sale nada. Del estiércol salen las flores.

martes, 10 de agosto de 2010

El Instante (Jorge Luis Borges)

Dónde estarán los siglos, dónde el sueño
de espadas que los tártaros soñaron,
dónde los fuertes muros que allanaron,
dónde el Árbol de Adán y el otro Leño?
El presente está solo. La memoria
erige el tiempo. Sucesión y engaño
es la rutina del reloj. El año
no es menos vano que la vana historia.
Entre el alba y la noche hay un abismo
de agonías, de luces, de cuidados;
el rostro que se mira en los gastados
espejos de la noche no es el mismo.
El hoy fugaz es tenue y es eterno;
otro Cielo no esperes, ni otro Infierno.

martes, 3 de agosto de 2010

Soneto 122 (William Shakespeare)

Soneto 122



Tu obsequio, tu cuaderno está en mi pensamiento,


escrito con memoria, fiel e imperecedera,


que queda por encima de las hojas en blanco,


más allá de una fecha, hasta la eternidad.



O por lo menos tanto cual mente y corazón, 5

tengan por propio instinto, facultad de vivir,


hasta que el propio olvido, no ceda en cada cosa,


parte de tu persona, tu recuerdo es eterno.



Aquellas pobres notas, ni contienen, ni quiero,


que lleven el registro donde mi amor se suma; 10

por esto me he atrevido a donar tu cuaderno,


confiado al hacerlo en mejor recibirte.



Guardar alguna cosa que pueda recordarte,


es admitir que puede, vivir en mí el olvido.





Sonnet 122



Thy gift, thy tables, are within my brain


Full character'd with lasting memory,


Which shall above that idle rank remain


Beyond all date even to eternity.



Or at the least, so long as brain and heart 5

Have faculty by nature to subsist,


Till each to ras'd oblivion yield his part


Of thee, thy record never can be miss'd:



That poor retention could not so much hold,


Nor need I tallies thy dear love to score, 10

Therefore to give them from me was I bold,


To trust those tables that receive thee more.



To keep an adjunct to remember thee,


Were to import forgetfulness in me.

jueves, 22 de julio de 2010

La Regenta - Capítulo I, de Leopoldo Alas "Clarín"

La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas migajas de la basura, aquellas sobras de todo se juntaban en un montón, parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegado a las esquinas, y había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo.

Vetusta, la muy noble y leal ciudad, corte en lejano siglo, hacía la digestión del cocido y de la olla podrida, y descansaba oyendo entre sueños el monótono y familiar zumbido de la campana de coro, que retumbaba allá en lo alto de la esbelta torre en la Santa Basílica. La torre de la catedral, poema romántico de piedra, delicado himno, de dulces líneas de belleza muda y perenne, era obra del siglo diez y seis, aunque antes comenzada, de estilo gótico, pero, cabe decir, moderado por un instinto de prudencia y armonía que modificaba las vulgares exageraciones de esta arquitectura. La vista no se fatigaba contemplando horas y horas aquel índice de piedra que señalaba al cielo; no era una de esas torres cuya aguja se quiebra de sutil, más flacas que esbeltas, amaneradas, como señoritas cursis que aprietan demasiado el corsé; era maciza sin perder nada de su espiritual grandeza, y hasta sus segundos corredores, elegante balaustrada, subía como fuerte castillo, lanzándose desde allí en pirámide de ángulo gracioso, inimitable en sus medidas y proporciones. Como haz de músculos y nervios la piedra enroscándose en la piedra trepaba a la altura, haciendo equilibrios de acróbata en el aire; y como prodigio de juegos malabares, en una punta de caliza se mantenía, cual imantada, una bola grande de bronce dorado, y encima otra más pequeña, y sobre esta una cruz de hierro que acababa en pararrayos.

Cuando en las grandes solemnidades el cabildo mandaba iluminar la torre con faroles de papel y vasos de colores, parecía bien, destacándose en las tinieblas, aquella romántica mole; pero perdía con estas galas la inefable elegancia de su perfil y tomaba los contornos de una enorme botella de champaña. -Mejor era contemplarla en clara noche de luna, resaltando en un cielo puro, rodeada de estrellas que parecían su aureola, doblándose en pliegues de luz y sombra, fantasma gigante que velaba por la ciudad pequeña y negruzca que dormía a sus pies.

miércoles, 21 de julio de 2010

EL POEMA (David González)



EL POEMA

La anciana hablaba con su marido
con una voz lo suficiente
mente
clara
como para que yo,
que había llegado antes para ocuparme del micrófono,
pudiese entender, con absoluta claridad,
lo que le decía.

Lo que le decía delante de la fosa común número tres
del cementerio de Ceares, en Gijón, Asturias.

Lo que le preguntaba:

¿Pero por qué a ti, cariño?

¿Por qué tuvieron que hacerte eso, mi amor?

Con lo bueno que tú fuiste siempre,
¿por qué tuvieron que asesinarte de esa forma?

¿Por qué, mi vida, por qué?

Aquella mujer, de Santander, hablaba con su compañero
como si este aún se encontrase con ella entre los vivos
y no allí,
en la fosa común número tres,
solidario con los restos de sus camaradas republicanos.

¿Pero por qué a ti, corazón?

¿Por qué tuvo que pasarte esto, mi cielo?

¿Por qué tuvieron que asesinarte de esa manera
si tú nunca le hiciste mal a nadie?

¿Por qué, vida mía, por qué?

Por eso precisamente, señora. Porque no le hizo mal a nadie.
Por eso se lo bajaron. Porque era bueno. Y ellos,

ellos no.

Sin embargo, en vez de acercarme y decírselo,
eché un candado a mis labios y me alejé de la guerra.

A eso del mediodía, se celebraba un acto conmemorativo
del setenta y seis aniversario de la II República y yo tenía que leer
un poema.


David González. LOSER. Bartleby Editores, Madrid, mayo 2009.

sábado, 17 de julio de 2010

Los Justos por Jorge Luis Borges

Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

Julio Cortázar - Rayuela, Capítulo 68

(Leer en Voz Alta)
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

Jaime Gil de Biedma

Contra Jaime Gil de Biedma


De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación -y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.

Si no fueses tan puta!
Y si yo no supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

¿Fue posible que yo no te supiera...


¿Fue posible que yo no te supiera
cerca de mí, perdido en las miradas?

Los ojos me dolían de esperar.
Pasaste.

Si apareciendo entonces
me hubieras revelado
el país verdadero en que habitabas!

Pero pasaste
como un Dios destruido.

Sola, después, de lo negro surgía
tu mirada.

Himno a la juventud


Heu! quantum per se candida forma valet!
Propercio, II, 29, 30


A qué vienes ahora,
juventud,
encanto descarado de la vida?
¿Qué te trae a la playa?
Estábamos tranquilos los mayores
y tú vienes a herirnos, reviviendo
los más temibles sueños imposibles,
tú vienes para hurgarnos las imaginaciones.

De las ondas surgida,
toda brillos, fulgor, sensación pura
y ondulaciones de animal latente,
hacia la orilla avanzas
con sonrosados pechos diminutos,
con nalgas maliciosas lo mismo que sonrisas,
oh diosa esbelta de tobillos gruesos,
y con la insinuación
(tan propiamente tuya)
del vientre dando paso al nacimiento
de los muslos: belleza delicada,
precisa e indecisa,
donde posar la frente derramando lágrimas.

Y te vemos llegar: figuración
de un fabuloso espacio ribereño
con toros, caracolas y delfines,
sobre la arena blanda, entre la mar y el cielo,
aún trémula de gotas,
deslumbrada de sol y sonriendo.

Nos anuncias el reino de la vida,
el sueño de otra vida, más intensa y más libre,
sin deseo enconado como un remordimiento
-sin deseo de ti, sofisticada
bestezuela infantil, en quien coinciden
la directa belleza de la starlet
y la graciosa timidez del príncipe.

Aunque de pronto frunzas
la frente que atormenta un pensamiento
conmovedor y obtuso,
y volviendo hacia el mar tu rostro donde brilla
entre mojadas mechas rubias
la expresión melancólica de Antínoos,
oh bella indiferente,
por la playa camines como si no supieses
que te siguen los hombres y los perros,
los dioses y los ángeles
y los arcángeles,
los tronos, las abominaciones...

Nos reciben las calles conocidas...


Nos reciben las calles conocidas
y la tarde empezada, los cansados
castaños cuyas hojas, obedientes,
ruedan bajo los pies del que regresa,
preceden, acompañan nuestros pasos.
Interrumpiendo entre la muchedumbre
de los que a cada instante se suceden,
bajo la prematura opacidad
del cielo, que converge hacia su término,
cada uno se interna olvidadizo,
perdido en sus cuarteles solitarios
del invierno que viene. ¿Recordáis
la destreza del vuelo de las aves,
el júbilo y los juegos peligrosos,
la intensidad de cierto instante, quietos
bajo el cielo más alto que el follaje?
Si por lo menos alguien se acordase,
si alguien súbitamente acometido
se acordase... La luz usada deja
polvo de mariposa entre los dedos.

Amor más poderoso que la vida


La misma calidad que el sol de tu país,
saliendo entre las nubes:
alegre y delicado matiz en unas hojas,
fulgor de un cristal, modulación
del apagado brillo de la lluvia.

La misma calidad que tu ciudad,
tu ciudad de cristal innumerable
idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
calles que desconozco y plaza antigua
de pájaros poblada,
la plaza en que una noche nos besamos.

La misma calidad que tu expresión,
al cabo de los años,
esta noche al mirarme:
la misma calidad que tu expresión
y la expresión herida de tus labios.

Amor que tiene calidad de vida,
amor sin exigencias de futuro,
presente del pasado,
amor más poderoso que la vida:
perdido y encontrado.
Encontrado, perdido...

Volver


Mi recuerdo eran imágenes,
en el instante, de ti:
esa expresión y un matiz
de los ojos, algo suave

en la inflexión de la voz,
y tus bostezos furtivos
de lebrel que ha maldormido
la noche en mi habitación.

Volver, pasados los años,
hacia la felicidad
-para verse y recordar
qye yo también he cambiado.

Pandémica y celeste


quam magnus numerus Libyssae arenae
................................................................
aut quam sidera multa, cum tacet nox,
furtiuos hominum uident amores.
Catulo, VII


Imagínate ahora que tú y yo
muy tarde ya en la noche
hablemos hombre a hombre, finalmente.
Imagínatelo,
en una de esas noches memorables
de rara comunión, con la botella
medio vacía, los ceniceros sucios,
y después de agotado el tema de la vida.
Que te voy a enseñar un corazón,
un corazón infiel,
desnudo de cintura para abajo,
hipócrita lector -mon semblable,-mon frère!

Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmo
quien me tira del cuerpo a otros cuerpos
a ser posiblemente jóvenes:
yo persigo también el dulce amor,
el tierno amor para dormir al lado
y que alegre mi cama al despertarse,
cercano como un pájaro.
¡Si yo no puedo desnudarme nunca,
si jamás he podido entrar en unos brazos
sin sentir -aunque sea nada más que un momento-
igual deslumbramiento que a los veinte años !

Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
-con cuatrocientos cuerpos diferentes-
haber hecho el amor. Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen.

Y por eso me alegro de haberme revolcado
sobre la arena gruesa, los dos medio vestidos,
mientras buscaba ese tendón del hombro.
Me conmueve el recuerdo de tantas ocasiones...
Aquella carretera de montaña
y los bien empleados abrazos furtivos
y el instante indefenso, de pie, tras el frenazo,
pegados a la tapia, cegados por las luces.
O aquel atardecer cerca del río
desnudos y riéndonos, de yedra coronados.
O aquel portal en Roma -en vía del Balbuino.
Y recuerdos de caras y ciudades
apenas conocidas, de cuerpos entrevistos,
de escaleras sin luz, de camarotes,
de bares, de pasajes desiertos, de prostíbulos,
y de infinitas casetas de baños,
de fosos de un castillo.
Recuerdos de vosotras, sobre todo,
oh noches en hoteles de una noche,
definitivas noches en pensiones sórdidas,
en cuartos recién fríos,
noches que devolvéis a vuestros huéspedes
un olvidado sabor a sí mismos!
La historia en cuerpo y alma, como una imagen rota,
de la langueur goûtée à ce mal d'être deux.
Sin despreciar
-alegres como fiesta entre semana-
las experiencias de promiscuidad.

Aunque sepa que nada me valdrían
trabajos de amor disperso
si no existiese el verdadero amor.
Mi amor,
íntegra imagen de mi vida,
sol de las noches mismas que le robo.

Su juventud, la mía,
-música de mi fondo-
sonríe aún en la imprecisa gracia
de cada cuerpo joven,
en cada encuentro anónimo,
iluminándolo. Dándole un alma.
Y no hay muslos hermosos
que no me hagan pensar en sus hermosos muslos
cuando nos conocimos, antes de ir a la cama.

Ni pasión de una noche de dormida
que pueda compararla
con la pasión que da el conocimiento,
los años de experiencia
de nuestro amor.
Porque en amor también
es importante el tiempo,
y dulce, de algún modo,
verificar con mano melancólica
su perceptible paso por un cuerpo
-mientras que basta un gesto familiar
en los labios,
o la ligera palpitación de un miembro,
para hacerme sentir la maravilla
de aquella gracia antigua,
fugaz como un reflejo.

Sobre su piel borrosa,
cuando pasen más años y al final estemos,
quiero aplastar los labios invocando
la imagen de su cuerpo
y de todos los cuerpos que una vez amé
aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.
Para pedir la fuerza de poder vivir
sin belleza, sin fuerza y sin deseo,
mientras seguimos juntos
hasta morir en paz, los dos,
como dicen que mueren los que han amado mucho.

Vals de aniversario


Nada hay tan dulce como una habitación
para dos, cuando ya no nos queremos demasiado,
fuera de la ciudad, en un hotel tranquilo,
y parejas dudosas y algún niño con ganglios,

si no es esta ligera sensación
de irrealidad. Algo como el verano
en casa de mis padres, hace tiempo,
como viajes en tren por la noche. Te llamo

para decir que no te digo nada
que tú ya no conozcas, o si acaso
para besarte vagamente
los mismos labios.

Has dejado el balcón.
Ha oscurecido el cuarto
mientras que nos miramos tiernamente,
incómodos de no sentir el peso de tres años.

Todo es igual, parece
que no fue ayer. Y este sabor nostálgico,
que los silencios ponen en la boca,
posiblemente induce a equivocarnos

en nuestros sentimientos. Pero no
sin alguna reserva, porque por debajo
algo tira más fuerte y es (para decirlo
quizá de un modo menos inexacto)
difícil recordar que nos queremos,
si no es con cierta imprecisión, y el sábado,
que es hoy, queda tan cerca
de ayer a última hora y de pasado

mañana
por la mañana...

No volveré a ser joven


Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

martes, 13 de julio de 2010

Oliverio Girondo

No soy quien escucha...


No soy quien escucha
ese trote llovido que atraviesa mis venas.

No soy quien se pasa la lengua entre los labios,
al sentir que la boca se me llena de arena.

No soy quien espera,
enredado en mis nervios,
que las horas me acerquen el alivio del sueño,
ni el que está con mis manos, de yeso enloquecido,
mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.

No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.

Escrúpulo


Me parece que vivo
que estoy entre los ruidos
que miro las paredes,
que estas manos son mías,
pero quizás me engañe
y paredes y manos
sólo sean recuerdos
de una vida pasada.
He dicho "me parece"
yo no aseguro nada.

Balaúa


De oleaje tú de entrega de redivivas muertes
en el la maramor
plenamente amada
tu néctar piel de pétalo desnuda
tus bipanales senos de suave plena luna
con su eromiel y zumbos y ritmos y mareas
tus tús y más que tús
tan eco de eco mío
y llamarada suya de la muy sacra cripta mía tuya
dame tu
Balaúa

Dicotomía incruenta


Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.

Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.

Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.

Llorar a lágrima viva...


Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

No se me importa un pito que las mujeres...


No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.

Nocturno


Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo,
y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,
y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,
como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa,
al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las sombras,
y quisiéramos avisarles
para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos,
sobre las azoteas,
tienen algo de siniestro
y uno quisiera rozarse a las paredes,
como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos
que nos pasaran la mano por el lomo,
y en las que súbitamente se comprende
que no hay ternura comparable
a la de acariciar algo que duerme.

Pleamar


Nada ansío de nada,
mientras dura el instante de eternidad que es todo,
cuando no quiero nada.

Poema 12



Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, se despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden, y se entregan.

Visita


No estoy.
No la conozco.
No quiero conocerla.
Me repugna lo hueco,
la afición al misterio,
el culto a la ceniza,
a cuanto se disgrega.
Jamás he mantenido contacto con lo inerte.
Si de algo he renegado es de la indiferencia.
No aspiro a transmutarme,
ni me tienta el reposo.
Todavía me intrigan el absurdo, la gracia.
No estoy para lo inmóvil,
para lo inhabitado.

Cuando venga a buscarme,
díganle:
"se ha mudado".

jueves, 8 de julio de 2010

elegia xiv, juan ramon jimenez (fragmento)

Roto el campo y deshechos los jardines,
estoy en el sol de las calles, como un can sin destino ;
por esta senda roja yo no sé a dónde voy,
mas sé que a nada en flor, ni a nada cristalino

Está medido el tiempo, y me mata la hora
con un són que deshoja, que enfría y que remuerde ;
sólo me resta un cuadro de la tarde ó la aurora
sobre un trozo de valle florido, triste y verde.

Tristeza de un antiguo placer, que me devora

LA INCLA INTERIOR (Padre Galo - Fernán Coronas)

Escurézseme outra tarde
Desta mi vidina breve:
Tou solín na mi solana
Cula lluz del sol que muere,
Ascuitandu que aquí en dientru,
Nu mieu peitu, sonan guelpes:
Diz que son las martelladas
D’un martiellu persistente
Que martiella ya esmartiella,
Ya de día, ya de nueite.
Sin parar ta clabuñandu
La gadaña de la muerte.

miércoles, 7 de julio de 2010

Dos de Góngora

ROMANCE
El bien y el mal
¡Oh cuan bien que acusa Alcino,
Orfeo de Guadiana,
Unos bienes sin firmeza,
Unos males sin mudanza!

Pulsa las templadas cuerdas
De la cítara dorada,
Y al son desata los montes,
Y al son enfrena las aguas.

¡Oh cuan bien canta su vida,
Cuán bien llora su esperanza!
Y el monte y el agua escuchan
Lo que llora y lo que canta.
La vida es corta, y la esperanza larga;
El bien huye de mí, y el mal se alarga.


El bien es aquella flor,
Que la ve nacer el alba,
Al rayo del sol caduca,
Y á la sombra no la halla.

El mal la robusta encina,
Que vive con la montaña,
Y de siglo en siglo el tiempo
Le peina sus verdes canas.

La vida es ciervo herido,
Que las flechas le dan alas,
La esperanza el animal
Que en sus pies mueve su casa.
La vida es corta, y la esperanza larga;
El bien huye de mí, y el mal se alarga.



SONETO
La brevedad engañosa de la vida.
Menos solicitó veloz saeta
destinada señal, que mordió aguda;
agonal carro por la arena muda
no coronó con más silencio meta,

que presurosa corre, que secreta
a su fin nuestra edad. A quien lo duda,
fiera que sea de razón desnuda,
cada sol repetido es un cometa.

¿Confiésalo Cartago y tu lo ignoras?
Peligro corres, Licio, si porfías
en seguir sombras y abrazar engaños.

Mal te perdonarán a tí las horas;
las horas, que limando están los días,
los días, que royendo están los años.

martes, 6 de julio de 2010

Stephen Crane - "In The Desert", de "The Black Riders"

In the desert
I saw a creature, naked, bestial,
Who, squatting upon the ground,
Held his heart in his hands,
And ate of it.
I said, "Is it good, friend?"
"It is bitter -- bitter," he answered;
"But I like it
Because it is bitter,
And because it is my heart."




trad. de Xuan Bello:

NEL DESIERTU
STEPHEN CRANE
NEL desiertu
vi un bichu,nudu,bestial,
que, de rodíes en suelu,
col corazón ente les manes
comía d´ello hasta fartese.
Díxi-y: “qué,¿ta rico, amigu?”
“Ye amargo-amargo,contestó;
“Pero sábeme pola vida
porque ye amargo
y porque ye´l mio corazon.”

jueves, 1 de julio de 2010

Autobiografía - Luis Rosales Camacho

Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir;
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

Por rincones de ayer - José Agustín Goytisolo

En lugares perdidos
contra toda esperanza
te buscaba.
En ciudades sin nombre
por rincones de ayer
te busqué.
En horas miserables
entre la sombra amarga
te buscaba.
Y cuando el desaliento
me pedía volver
te encontré.

miércoles, 30 de junio de 2010

Retrato en carboncillo

De tan recto
se dobló por tantos lados
que no le quedó ni siquiera un hueso sano.
De tan puro e inmaculado
se borró y desdibujó tanto
que ni la luz podía detenerse a su paso.
De tanto limitarse y reprimirse
se quedó encerrado en un vagón
de la que cuando quiso no pudo salir.
De tanto hacer reir a los demás
se le congelaron las lágrimas
como estalagmitas heladas.
De tanto vivir en los otros
se le murió el alma
como se seca una fuente secreta.
De tanto afán por complacer
se le agostó la hierbabuena
y se le quedó sin flores la camelia.
De tanto darse, de tanto regalarse por entregas
se quedó sin nada dentro
como un globo al día siguiente de la feria.
De tanto mirarse en el espejo de la multitud
se rompió en mil añicos
tantos que no pudo recomponerse.
De puro bueno, de puro generoso
se entregó tanto como un tonto,
como una oveja camino del matadero.
De tan inteligente se pasó de listo
y quedó, como un imbécil,
mirando el dedo en lugar de la luna llena.
De arder tan rápido no dejó nada
ni ceniza ni humo ni mecha
ni siquiera el recuerdo de la hoguera.

Esa flor instantánea (José Agustín Goytisolo)

Miedo a perderse ambos,
vivir el uno sin el otro:
miedo a estar alejados
en el viento de la niebla,
en los pasos del día,
en la luz del relámpago,
en cualquier parte. Miedo
que les hace abrazarse,
unirse en este aire
que ahora juntos respiran.
Y se buscan y se buscan
esa flor instantánea
que cuando se consigue
se deshace en un soplo
y hay que ir a encontrar otras
en el jardín umbrío.
Miedo; bendito miedo
que propicia el deseo
la agonía y el rapto,
de los que mueren juntos
y resucitan luego.

lunes, 28 de junio de 2010

En San Francisco (Juglar de Dios)

jamás te recuerdo
porque nunca te olvido


Me acuerdo de esta calle.
No me acuerdo bien
pero aún me acuerdo
de como me besaste
con tus párpados
de como me ungiste
con tus tiernos dedos,
[sutil campo de rojas amapolas
orgía de caricias a destiempo;]
de la aspereza de tus lágrimas
de la tierna inocencia del deseo
carnal de dos cuerpos a la escucha
de una sinfonía del silencio
de un apagón de los pecados,
de una crucifixión del magisterio,
del aprendizaje de lo antiguo
del olvido magnánimo del tiempo.
Hoy no me quedan más que gotas gastadas
horadando en la piedra fría del silencio.
No me acuerdo de nuestra despedida.
La recuerdo muy bien.
Y no me acuerdo.

Chorando Apréndese

La fiesta aún no ha acabado
pero hasta que anochezca
aún se puede jugar al fútbol,
cuando sea más tarde
será la hora de recoger.
La puerta ha sido trancada
a cal y canto.
El pobre perrín Chinchilla
ha sido encerrado fuera
para que no moleste
El único hueco
por el que su diminuto cuerpo peludo
podía colarse y jugar
(y por lo tanto inmiscuirse
e incordiar
en el mundo de los mayores)
ha sido tapado
con una caja de botellas
de CocaCola.
Sus quejidos,
agrios y lastimeros,
no logran conmover a ninguno
de los que apenas minutos antes
lo colmaban de mimos,
y son apagados por la música
y el griterío de los jugadores.
A su ama le encanta el nombre Chinchilla
pero yo casi creo profético
el otro nombre que le puso.
Lucas.

jueves, 24 de junio de 2010

Uxío Novoneyera

Os Eidos




Escolma. Novas verbas de door




PECHOUSE a noite riba do ucedo
i eu non vin einda a cor da miña amiga.
Agora é cando ún treme e ten medo.

/

ISTE desacougo! Este cousa! Esta mao xorda que tira!
Iste querer irse sin saber para onde!

/

AGORA o meu cor é unha chaga encendida.
Unha mao loba anda escalazándome a ferida.

/

ESTA door que se oi!
Iste cor meu!
Esta door que me veo ela de seu
Sin saber polo que foi!

/

FOI coma se caira nunha cova.
Antes era noite i era día
Agora é todo unha negrura loba.


1953


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Poemas da doada certeza i este brillo premido entre as pálpebras




Escolma. Ó Sil




O río ó ras
cheo d-auga e destino ó paso
flue flumen
pr-onde foi xa o sol tragado
todo o ouro volto prata
/gris raspado/
en mil sarillos
e aneis cruzados
sumándose ó caudal da noite
tamén alto.

Il non precisa de nós
nin diste canto.
Ela sola Naturaleza
é forma de algo.
I eu de eiquí quedo
chegou ó outro lado
coma cando a polas doncelas
dun salto
foi do cabalo de Roldán
ralvado.

Niste aire quente rente
amigo Lauro
Sómo-la beira
con todo o tempo pra miralo
coma se nin a el nin a nós
agardara o Oceano
E non-o viramos perderse eí
a corto tramo
i ó pechar a noite nela
desembocando